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miércoles, 2 de diciembre de 2015

Rosario Toledo (ADN), el genoma del baile

Foto: Diario de Sevilla

FICHA ARTÍSTICA.
Gran Teatro Falla.
13 Festival de Música Española de Cádiz
Domingo, 29 de noviembre de 2015. 20:30 h.
Espectáculo: ADN.
Duración: 80 minutos.

Baile: Rosario Toledo. Artista invitado (cante): Juan Villar. Colaboración especial (cante): David Palomar. Guitarras: Rafael Rodríguez y Niño Jero. Percusión y Palmas: Roberto Jaén. Coreografía: Rosario Toledo. Puesta en escena: Ana López Segovia. Espacio escénicoAntonio Godoy. Diseño de vestuario: José Tarriño. Fotografía: Alejandro Espadero.


Foto: Alejandro Espadero


Era la víspera. Mañanita de viento norte. Sol invernal. Rosario Toledo había bañado sus pies en la orilla atlántica y había pisado las arenas de la playita. Rosario de Cádiz. Rosario mujer. Y la playa; su playita: "de las mujeres". Hacía noreste con la mar caída y las aguas clarificaron los tonos esmeraldas, con la blanca espuma que jugaba con sus pies desnudos para que, calzados después, trasmitieran hasta levantar al público de sus asientos. Faltaba un día. Restaba una marea. Y la luna decrecía.


Gran Teatro Falla. Foto: Ayuntamiento de Cádiz

Foto: Alejandro Espadero


Foto: Alejandro Espadero
Lo que el pasado domingo, 29 se vivió en el Gran Teatro Falla cuesta condensarlo en breves renglones. Rosario llegó, sedujo, provocó, se contorneó, sensual y sabia; atávica y atrevida, picarona y con una magnífica técnica. La llamaron y acudió su luz; a fin de cuentas una llama produce luz, una luz diáfana que hace emocionarte con toda la fuerza de su intensidad. La llamó David Palomar, por cantiñas gaditanas y cordobesas, con Roberto Jaén y la sonanta rancia de Rafael El Cabeza. Y Rosario acudió a la llamada con su baile intuitivo y fresco, que no ha perdido un ápice del legado dancístico del Gades salado del que ella procede: ¡Ven, Telethusa romana!

Foto: Diario de Jerez
En milongas granas de Pepa Oro, en versión chaconiana; melodías polizonas en el interior de un baúl estibado en cubierta, que su padre Paco Oro trae de las corridas centroamericanas: ¡ay cúcu, que tú me estás matando! y en rumbas cumbé, de la mujé que quiere a un chino, tamizadas cuando arribaron a Cádiz envueltas en guayaberas de lino y en hojas de tabaco habanero. Y ella, rompedora y descarada en el escenario, se quitó las horquillas y desplegó su pelo de caracoles, elevando la rumba con una exquisita percusión y una puesta en escena, casi almodovariana, en la que se intuye la estética escenográfica de Ana López Segovia.


Foto: Alejandro Espadero

Y llegó Juan. ¡Ay Juan de mi vida, la que formaste allí! Se peleó consigo mismo por siguiriyas y remató la noche negra con el macho, comparito mío Cuco Ortega. Periquín, Niño Jero al toque, silenció, en el tercio de salida, la guitarra con su mano diestra en la caja de resonancia, consiguiendo así una mayor sobriedad y solemnidad interpretativa en el macho siguiriyero… y Juan removió las tripas de todo el público asistente, acordándose de El Viejo de la Isla y de El Loco Mateo.


Foto: Javier Fergo
Foto: Javier Fergo


Foto: Festival de Jerez
Soleares al golpe de nudillos y paleta de colores soleaeros, llena de matices para escoger, con un Palomar inconmensurable: tercio de preparación de Enrique el Mellizo, Paquirri Guanter detrás; Alcalá de los panaderos visto por Ramón Jarana y macho bravío de Paquirri que las hermanas de Utrera, Fernanda y Bernarda, elevaron a lo sublime; tanto que Rafael Rodríguez lo besa de emoción al entrar en escena. Y soleá de Juan Villar que la llama y acude y acude la llama y la llamarada de Rosario que gira fulgurante cabeza, caderas y brazos y sus muñecas giran y giran, de izquierda a derecha las estructuras en doble hélice de su ADN. Estampa preciosa que interacciona: Juan la busca y Rosario se rebusca en el dolor y se deja encontrar, con un baile de ensueño, inesperado; harto personal y milimétrico en su compás, como corresponde a una figura como Rosario, de Cádiz y sus Puertos salinos.


Foto: Alejandro Espadero

Los fandangos de María Sabina, la madre de Santiago Donday, recreados por Palomar, dieron paso a otros fandangos de índole comarcal y folkórico de La Janda: el chacarrá: ¡no te mates por saber / que el tiempo te lo dirá! Y una botella estriada de anís en la frente separaba y unía, al mismo tiempo, las cabezas de los danzantes, consiguiendo una de las propuestas más atractivas y frescas de todo el espectáculo con un Roberto Jaén de mucho arte.


Foto: Alejandro Espadero

¡Aquí está la gaditana con menos vergüenza del orbe para recitarle al mundo, si es menester, en un picardías negro, todas las sinvergonzonerías del Tanguillo de la Guapa! que la inmortal Lola Flores, recitara con endiablada mojarra. Y su baile por tanguillos no tiene parangón, con múltiples ritmos y síncopas que recortan la autoestima y timan al que inventó los camelos.

Foto: Javier Fergo

La caña, con sus cinco ayeos característicos mecidos por David, abrieron aún más el escenario donde Rosario bailó segura de sí y desplegó su bata de cola, girando en vuelta de hélice de ácido nucléico en espiral y haciéndole un guiño de caña dulce, por el gran maestro de la caña de su Cádiz natal: Curro Dulce. La caña tradicional. ¡La caña!


Negro de nuevo. Sillas al escenario. Huele a fin de fiesta. Por bulerías lentas y cadenciosa. ¡Vamos a acordarnos de Alfonso del Gaspar! su mejor transmisor: Juanito Villar se prepara y encara con ella y le recuerda que se está dirigiendo a ella: porque se siente morir y le ha causado tanto daño. Rosario le baila, le encara, le responde y le porfía y Juan rejuvenece y obra el milagro, y su voz vuelve a desgarrarse con un metal y un eco de la calle Ángel que a todos nos transporta a tiempos pretéritos, en donde Juanito el de la Jineta se comía el Madrid de los 70, y desde Villa Rosa a Canasteros se rifaban el cante de este gitano del barrio de la Viña.



Ha caído el telón y al subirlo de nuevo, todo el teatro puesto en pie aplaude con fuerza uno a uno al plantel de la compañía. Y Rosario con un precioso y no menos respetuoso gesto, le da coba a Juan, la figura consagrada e invitada especialmente a este espectáculo y lo deja unos segundos solo delante del proscenio, hasta que el viñero advierte la cariñosa “trampa” y reclama la presencia a su lado de la figura que encabeza este ADN: Rosario Toledo, para que siga mojando sus pies en alfombras de arenas mitológicas y para que los aguajes del Cádiz que le viera nacer, le traigan siempre, por los siglos de la mar de leva, detalles de sus maestras antecesoras: La Mejorana, Rosario como ella y madre de Pastora, y Gabriela Ortega, madre de los Gallos.


Su baile es esencialmente sentido, como sentido se denomina una secuencia de ADN. No dejes nunca, Rosario, de mojar tus pies en Los Corrales. Acude, como ofrenda, con tus hombros desnudos, tus largas caderas, cimbreantes, y tu vientre grácil, como Telethusa. Permite que te llamen las voces de Venus Marina y de la diosa Astarté, que (dicen) merodean por las rompientes de la Punta del Sur. Acude a su llamada y deja que el cromosoma asome y la marea y el genoma codificante, impregne de escamas de sal tus pies, para que la derrames luego, generosa, sobre las viejas maderas de los escenarios.



4 comentarios:

  1. Precioso este comentario de la bailarina de Gades, de la Playita de las mujeres de los Corrales y de esa Telethusa gaditana, posiblemente ella es del ese barrio donde el cante y el baile ha tenido su cuna, MI BARRIO SANTA MARÍA.

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    1. Un abrazo, Paco. Disculpa la tardanza en contestar, pero estoy más cogido que una mesa en El Baro.

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  2. A Telethusa la dediqué una entrada en mi blog, no hace mucho. Esta es de nuestros días, pero con un arte propio que da la tierra donde arrancó el ARTE, con mayúsculas del Flamenco, en sus principios y que tiene en la historia a destacadísimas figuras. ¡Cómo te agradezco esta entrada
    ! ¡Y cómo me hubiera gustado gozar del cante de Juanito Villar y baile de Rosario Toledo! Gracias a este valiosísimo documento me permite tener una idea del evento. Es impagable, una entrada insuperable y no exagero ni mijita. Javi, muchísimas gracias, miarma.

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